Juicio Salomónico
Salomón fue el último rey de Israel, hasta cuando hace 3mil años, aproximadamente en el 928 a.C el Reino Unido de Israel se separó en dos: El Reino del norte y el Reino del Sur. En el Libro Primero de los Reyes, del Antiguo Testamento bíblico se cuenta una pequeña historia que trata de justicia: el juicio salomónico.
Como bien sabemos, las monarquías de ese entonces no estaban sometidas a ningún tipo de control y el monarca era amo y señor del territorio que manejaba, ellos mismo administraban justicia y lo que ellos decía se hacía a como dé lugar, el puesto de monarca era vitalicio y hereditario. Salomón, por ejemplo, fue hijo y sucesor de la calidad de monarca a raíz de la muerte padre, El rey David.
Este pequeño relato cuenta la historia de dos mujeres que reclamaban la maternidad de un niño. Resulta que las dos mujeres habían dado a luz casi el mismo día, 3 días de diferencia para ser exactos. Un día uno de los niños muere, y así las dos mujeres dicen ser las madres del niño vivo. Una de ellas acude a Salomón, le cuenta lo acontecido y reclama ser la madre del bebé. La otra, protesta y dice: “No, tu hijo es el muerto y mi hijo es el que vive”. Salomón, que es visto como un hombre sabio y justo, procede diciendo. “Traedme una espada!, Partid al niño vivo en dos y dar la una mitad a una mujer y la otra mitad a la otra”.
Ahí no acaba el relato, pero haciendo un paréntesis recordemos lo que decía el jurista Hans Kelsen en uno de sus ensayos llamado Qué es justicia. Él nos dice que en la historia de la humanidad no hubo pregunta alguna que se haya planteado con tanta pasión, no hubo otra por la que se haya derramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimas como por esta; no hubo pregunta alguna acerca de la cual hayan meditado con mayor profundidad los espíritus más ilustres, desde Platón a Kant. No obstante, ahora como entonces, carece de respuesta. Tal vez se deba a que constituye una de esas preguntas respecto de las cuales resulta válido ese resignado saber que no puede hallarse una respuesta definitiva: solo cabe el esfuerzo por formularla mejor.
Habiendo reflexionado un poco sobre la verdad de las palabras de Kelsen y relacionando ese texto con la historia del juicio de Salomón vemos que la justicia es un concepto abstracto y muy difícil de definir; Eduardo Galeano decía que Sócrates y Jesús, los hombres más justos de la historia murieron condenados por la justicia, hecho irónico pero verdadero.
Volviendo al relato….
Después de que el Rey Salomón dijo: “Traerme una espada!, Partid al niño vivo en dos y dar la una mitad a una mujer y la otra mitad a la otra”. Una de las mujeres dijo “Dad a ella el niño vivo y no lo matéis” y la otra mujer dijo “ni a mí ni a ti, partidlo.” Al ver esto, El rey Salomón mandó dar el niño a la mujer primera, pues él consideraba que ella era la madre de la criatura pues pensó que ella al ser la madre se sentía perturbada ante la idea de que su hijo iba a morir y abnegada ante tal situación decidía al renunciar al niño para que éste viviera a pesar de que no se quedara con ella.
En el antedicho ensayo de Kelsen, el autor hace referencia a Platón, diciendo que este relaciona la justicia con la felicidad cuando afirma que solo es justo el feliz y que el injusto es desdichado. Pero esto no hace otra cosa que desplazar la pregunta, Pues de inmediato se plantea otra cuestión. ¿Qué es la felicidad?, y así nos adentramos a otra pregunta igual o más abstracta e insondable que la primera.
Cuando Hans Kelsen trata de dilucidar la cuestión de la justicia, éste nos dice que ni el célebre juicio de Salomón podría ser considerado un ejemplo de cómo conseguir un orden justo, pues no podría garantizar la felicidad a todos, la felicidad de una mujer se convertiría en desventura para la otra. Según Kelsen, el juicio salomónico solo resultaba justo únicamente en el caso de que solo una de las mujeres ame realmente a la criatura. Si las dos quisieran y ansiaran tenerla (lo cual es posible y probable) y ambas reiterasen las respectivas demandas, el conflicto permanecería irresoluto. Por último, cuando la criatura debiera ser entregada a una de las mujeres el juicio sería, por su puesto, injusto pues causaría la desdicha de la mujer no favorecida. El jurista, en ese texto llega a la conclusión de que no es posible dar una definición universalmente válida de lo que es justo, y que solo podemos aproximarnos a una definición a través del discernimiento de varios aspectos relativos a la justicia misma.
Esta historia bíblica la podemos encontrar en el capítulo 3 del libro primero de los Reyes y se expone en apenas unos versículos (16-28). Es un relato pequeño pero que, como muchos relatos bíblicos, son pequeños en extensión, pero representan cosas importantes. La mujer que renuncia a la maternidad por el bienestar del niño representa el amor de madre y la bondad de la abnegación de ellas para con sus hijos. La otra mujer representa la inconformidad y la maldad, pues al morir su niño ella desea arrebatarle el niño vivo a la verdadera madre de la criatura. Además, si acudimos al relato en su fuente original vemos que las mujeres son descritas como rameras, y no es la única vez en que la biblia represente a personas vistas por la sociedad como moralmente inaceptables actúen de forma moralmente plausible (como lo hizo la madre al renunciar a la criatura) demostrando que la virtud puede surgir de cualquiera, independientemente de su condición.
Salomón fue el último rey de Israel, hasta cuando hace 3mil años, aproximadamente en el 928 a.C el Reino Unido de Israel se separó en dos: El Reino del norte y el Reino del Sur. En el Libro Primero de los Reyes, del Antiguo Testamento bíblico se cuenta una pequeña historia que trata de justicia: el juicio salomónico.
Como bien sabemos, las monarquías de ese entonces no estaban sometidas a ningún tipo de control y el monarca era amo y señor del territorio que manejaba, ellos mismo administraban justicia y lo que ellos decía se hacía a como dé lugar, el puesto de monarca era vitalicio y hereditario. Salomón, por ejemplo, fue hijo y sucesor de la calidad de monarca a raíz de la muerte padre, El rey David.
Este pequeño relato cuenta la historia de dos mujeres que reclamaban la maternidad de un niño. Resulta que las dos mujeres habían dado a luz casi el mismo día, 3 días de diferencia para ser exactos. Un día uno de los niños muere, y así las dos mujeres dicen ser las madres del niño vivo. Una de ellas acude a Salomón, le cuenta lo acontecido y reclama ser la madre del bebé. La otra, protesta y dice: “No, tu hijo es el muerto y mi hijo es el que vive”. Salomón, que es visto como un hombre sabio y justo, procede diciendo. “Traedme una espada!, Partid al niño vivo en dos y dar la una mitad a una mujer y la otra mitad a la otra”.
Ahí no acaba el relato, pero haciendo un paréntesis recordemos lo que decía el jurista Hans Kelsen en uno de sus ensayos llamado Qué es justicia. Él nos dice que en la historia de la humanidad no hubo pregunta alguna que se haya planteado con tanta pasión, no hubo otra por la que se haya derramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimas como por esta; no hubo pregunta alguna acerca de la cual hayan meditado con mayor profundidad los espíritus más ilustres, desde Platón a Kant. No obstante, ahora como entonces, carece de respuesta. Tal vez se deba a que constituye una de esas preguntas respecto de las cuales resulta válido ese resignado saber que no puede hallarse una respuesta definitiva: solo cabe el esfuerzo por formularla mejor.
Habiendo reflexionado un poco sobre la verdad de las palabras de Kelsen y relacionando ese texto con la historia del juicio de Salomón vemos que la justicia es un concepto abstracto y muy difícil de definir; Eduardo Galeano decía que Sócrates y Jesús, los hombres más justos de la historia murieron condenados por la justicia, hecho irónico pero verdadero.
Volviendo al relato….
Después de que el Rey Salomón dijo: “Traerme una espada!, Partid al niño vivo en dos y dar la una mitad a una mujer y la otra mitad a la otra”. Una de las mujeres dijo “Dad a ella el niño vivo y no lo matéis” y la otra mujer dijo “ni a mí ni a ti, partidlo.” Al ver esto, El rey Salomón mandó dar el niño a la mujer primera, pues él consideraba que ella era la madre de la criatura pues pensó que ella al ser la madre se sentía perturbada ante la idea de que su hijo iba a morir y abnegada ante tal situación decidía al renunciar al niño para que éste viviera a pesar de que no se quedara con ella.
En el antedicho ensayo de Kelsen, el autor hace referencia a Platón, diciendo que este relaciona la justicia con la felicidad cuando afirma que solo es justo el feliz y que el injusto es desdichado. Pero esto no hace otra cosa que desplazar la pregunta, Pues de inmediato se plantea otra cuestión. ¿Qué es la felicidad?, y así nos adentramos a otra pregunta igual o más abstracta e insondable que la primera.
Cuando Hans Kelsen trata de dilucidar la cuestión de la justicia, éste nos dice que ni el célebre juicio de Salomón podría ser considerado un ejemplo de cómo conseguir un orden justo, pues no podría garantizar la felicidad a todos, la felicidad de una mujer se convertiría en desventura para la otra. Según Kelsen, el juicio salomónico solo resultaba justo únicamente en el caso de que solo una de las mujeres ame realmente a la criatura. Si las dos quisieran y ansiaran tenerla (lo cual es posible y probable) y ambas reiterasen las respectivas demandas, el conflicto permanecería irresoluto. Por último, cuando la criatura debiera ser entregada a una de las mujeres el juicio sería, por su puesto, injusto pues causaría la desdicha de la mujer no favorecida. El jurista, en ese texto llega a la conclusión de que no es posible dar una definición universalmente válida de lo que es justo, y que solo podemos aproximarnos a una definición a través del discernimiento de varios aspectos relativos a la justicia misma.
Esta historia bíblica la podemos encontrar en el capítulo 3 del libro primero de los Reyes y se expone en apenas unos versículos (16-28). Es un relato pequeño pero que, como muchos relatos bíblicos, son pequeños en extensión, pero representan cosas importantes. La mujer que renuncia a la maternidad por el bienestar del niño representa el amor de madre y la bondad de la abnegación de ellas para con sus hijos. La otra mujer representa la inconformidad y la maldad, pues al morir su niño ella desea arrebatarle el niño vivo a la verdadera madre de la criatura. Además, si acudimos al relato en su fuente original vemos que las mujeres son descritas como rameras, y no es la única vez en que la biblia represente a personas vistas por la sociedad como moralmente inaceptables actúen de forma moralmente plausible (como lo hizo la madre al renunciar a la criatura) demostrando que la virtud puede surgir de cualquiera, independientemente de su condición.
excelente articulo inspirador para lograr un real entendimiento sobre la justicia
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