La Friedrich-Ebert-Stiftung es
una organización alemana con sedes en muchos países, que trata temas de
gobernanza, democracia, urbanismo, comunicación, en fin, temas que ayudan a
construir sociedades justas e inclusivas, donde la libertad y la solidaridad se
vuelvan ejes para el desarrollo de los pueblos. Esta organización trabaja en 21
países de América Latina y el caribe, Y Ecuador no es la excepción. La
organización FES llega en 1974 y se consolida como Instituto Latinoamericano de
Investigaciones sociales. (FES-ILDIS).
Gustavo Endara es el coordinador de proyectos en FES-ILDIS, Ecuador. Entre los libros que produce la organización y sus colaboradores hay uno que trata de urbanismo llamado “Hábitats justos diversos y sustentables, construcciones ciudadanas para solucionar desafíos urbanos” En este libro el coordinador hace una pequeña introducción que trata de ¿Cómo entender nuestras ciudades? Ese pequeño texto es el que dejaré a continuación. Y animo a conseguir el libro en físico en las instalaciones de la organización y a descubrir los variados temas que aborda la organización sus países, en donde probablemente también haya una sede.
A continuación, el texto mencionado...
“Hace alrededor de quince mil años, aparecieron los primeros asentamientos humanos permanentes, y se estima que entre 5 a 7 mil años atrás, surgieron las primeras sociedades en Mesopotamia, a lo largo del río Nilo, en el Valle del Indo y China. Desde entonces la humanidad Ha buscado en las ciudades un espacio para encontrarse, organizarse, defenderse, protegerse o simplemente buscar un sentido de identidad o pertenencia común.
No fue sino hasta el año 2008 que el fondo de la Población de las Naciones Unidas encontró que, por primera vez, la población urbana superaba a la rural a nivel mundial. Paralelamente en 2008, Ecuador se convirtió en el primer país en incluir al derecho a la ciudad como derecho básico en su constitución. Si bien ello representó una cohesión de causas comunes y un hito para la reivindicación de las luchas de los movimientos sociales urbanos, para quienes buscan que sus exigencias por construir ciudades más democráticas y participativas tengan carácter constitucional, el concepto todavía está lejos de ser entendido y aplicado en su totalidad en Ecuador y otros países.
Ese mismo año nació mi primera sobrina. A medida que ella crece, no puedo dejar de pensar qué futuro le depara a una generación cada vez más urbana. ¿vivirá en ciudades que hayan superado arduos desafíos como la desigualdad social y la pobreza, o en ciudades donde persistirán y se afianzarán modelos de desarrollo excluyentes y acaparadores? ¿Crecerá en urbes donde predominará el uso del auto privado o el de los sistemas de transporte público y modos de transporte amigables con el medio ambiente, tal como caminar y andar en bicicleta? ¿Gozara de redes de espacios y bienes públicos abiertos e inclusivos y con amplio espacio verde, o serán ciudades más bien con espacios cerrados y privatizados?
Al imaginar el futuro en las ciudades, es inevitable hacerse este tipo de preguntas, y para responderlas, es necesario comprender y hacer una lectura crítica de cómo son al día de hoy y porqué son así. Para empezar, una ciudad es el resultado de distintos contextos sociales, históricos, económicos y políticos que le van formando poco a poco. El tipo o carácter de una ciudad se define en medio de estos contextos, ya que ésta es un proceso en permanente definición, que se modifica de manera continua, dependiendo de la visión persiga.
Hay que admitir también que las ciudades son un campo en permanente disputa entre distintos modelos, voluntades y visiones. Para garantizar que los intereses ciudadanos y comunitarios prevalezcan, una ciudad debe trascender su espacio físico y convertirse en un lugar donde las personas y la política se junten a demandar y exigir constantemente el cumplimiento y el ejercicio de derechos.
La disputa constante por una ciudad la convierte en un espacio dicotómico, donde puede ser posible relacionarnos y vivir armoniosamente en comunidad, pero también uno donde abunde el caos, el ruido, el hacinamiento y la inseguridad. No obstante, nuestras ciudades son espacios vitales de construcción política donde podemos desarrollar plenamente nuestras capacidades, relacionarnos, acceder a servicios y ejercer activamente nuestros derechos, siempre y cuando nos involucremos y comprometamos a visibilizar demandas sociales y exigir soluciones. En otras palabras, que dejemos de ser meramente habitantes de una urbe para pasar a ser ciudadanas y ciudadanos conscientes de que nuestras acciones son valiosas para mejorar nuestras ciudades, y que, actuando colectivamente por y para el otro, nuestras propuestas y exigencias serán acogidas y cumplidas.
Por tanto, una ciudad es sin duda un espacio humano que, como ningún otro, puede impulsar cambios sociales trascendentales. La forma en que la urbe responda a decisiones políticas puede, por ejemplo, integrar, crear vivienda adecuada, digna y ordenada o puede fomentar la segregación, la aparición de viviendas en condiciones de tugurio y carentes de servicios básicos. Podría también generar y distribuir equitativamente la riqueza o profundizar y perpetuar desigualdades e inequidades. Desde esa perspectiva, cómo entendamos nuestras ciudades es de vital importancia para saber también qué hacer con ellas y convertirlas en espacios verdaderamente justos, diversos, sustentables y democráticos.”
Gustavo Endara es el coordinador de proyectos en FES-ILDIS, Ecuador. Entre los libros que produce la organización y sus colaboradores hay uno que trata de urbanismo llamado “Hábitats justos diversos y sustentables, construcciones ciudadanas para solucionar desafíos urbanos” En este libro el coordinador hace una pequeña introducción que trata de ¿Cómo entender nuestras ciudades? Ese pequeño texto es el que dejaré a continuación. Y animo a conseguir el libro en físico en las instalaciones de la organización y a descubrir los variados temas que aborda la organización sus países, en donde probablemente también haya una sede.
A continuación, el texto mencionado...
“Hace alrededor de quince mil años, aparecieron los primeros asentamientos humanos permanentes, y se estima que entre 5 a 7 mil años atrás, surgieron las primeras sociedades en Mesopotamia, a lo largo del río Nilo, en el Valle del Indo y China. Desde entonces la humanidad Ha buscado en las ciudades un espacio para encontrarse, organizarse, defenderse, protegerse o simplemente buscar un sentido de identidad o pertenencia común.
No fue sino hasta el año 2008 que el fondo de la Población de las Naciones Unidas encontró que, por primera vez, la población urbana superaba a la rural a nivel mundial. Paralelamente en 2008, Ecuador se convirtió en el primer país en incluir al derecho a la ciudad como derecho básico en su constitución. Si bien ello representó una cohesión de causas comunes y un hito para la reivindicación de las luchas de los movimientos sociales urbanos, para quienes buscan que sus exigencias por construir ciudades más democráticas y participativas tengan carácter constitucional, el concepto todavía está lejos de ser entendido y aplicado en su totalidad en Ecuador y otros países.
Ese mismo año nació mi primera sobrina. A medida que ella crece, no puedo dejar de pensar qué futuro le depara a una generación cada vez más urbana. ¿vivirá en ciudades que hayan superado arduos desafíos como la desigualdad social y la pobreza, o en ciudades donde persistirán y se afianzarán modelos de desarrollo excluyentes y acaparadores? ¿Crecerá en urbes donde predominará el uso del auto privado o el de los sistemas de transporte público y modos de transporte amigables con el medio ambiente, tal como caminar y andar en bicicleta? ¿Gozara de redes de espacios y bienes públicos abiertos e inclusivos y con amplio espacio verde, o serán ciudades más bien con espacios cerrados y privatizados?
Al imaginar el futuro en las ciudades, es inevitable hacerse este tipo de preguntas, y para responderlas, es necesario comprender y hacer una lectura crítica de cómo son al día de hoy y porqué son así. Para empezar, una ciudad es el resultado de distintos contextos sociales, históricos, económicos y políticos que le van formando poco a poco. El tipo o carácter de una ciudad se define en medio de estos contextos, ya que ésta es un proceso en permanente definición, que se modifica de manera continua, dependiendo de la visión persiga.
Hay que admitir también que las ciudades son un campo en permanente disputa entre distintos modelos, voluntades y visiones. Para garantizar que los intereses ciudadanos y comunitarios prevalezcan, una ciudad debe trascender su espacio físico y convertirse en un lugar donde las personas y la política se junten a demandar y exigir constantemente el cumplimiento y el ejercicio de derechos.
La disputa constante por una ciudad la convierte en un espacio dicotómico, donde puede ser posible relacionarnos y vivir armoniosamente en comunidad, pero también uno donde abunde el caos, el ruido, el hacinamiento y la inseguridad. No obstante, nuestras ciudades son espacios vitales de construcción política donde podemos desarrollar plenamente nuestras capacidades, relacionarnos, acceder a servicios y ejercer activamente nuestros derechos, siempre y cuando nos involucremos y comprometamos a visibilizar demandas sociales y exigir soluciones. En otras palabras, que dejemos de ser meramente habitantes de una urbe para pasar a ser ciudadanas y ciudadanos conscientes de que nuestras acciones son valiosas para mejorar nuestras ciudades, y que, actuando colectivamente por y para el otro, nuestras propuestas y exigencias serán acogidas y cumplidas.
Por tanto, una ciudad es sin duda un espacio humano que, como ningún otro, puede impulsar cambios sociales trascendentales. La forma en que la urbe responda a decisiones políticas puede, por ejemplo, integrar, crear vivienda adecuada, digna y ordenada o puede fomentar la segregación, la aparición de viviendas en condiciones de tugurio y carentes de servicios básicos. Podría también generar y distribuir equitativamente la riqueza o profundizar y perpetuar desigualdades e inequidades. Desde esa perspectiva, cómo entendamos nuestras ciudades es de vital importancia para saber también qué hacer con ellas y convertirlas en espacios verdaderamente justos, diversos, sustentables y democráticos.”
En el antedicho libro de la FES-ILDIS se pueden encontrar varios artículos que diagnostican problemas de grandes ciudades latinoamericanas y que proponen alternativas para solucionar esas problemáticas. Se aborda por ejemplo el problema de movilidad de Quito. De Guayaquil, se aborda el problema de segregación y abandono a los barrios periféricos. De Colombia se aborda las transformaciones y problemas de Medellín y Bogotá. De Medellín se aplaude su transformación de una ciudad sumamente peligrosa a una en que su espacio público es más organizado, pero se denota, por ejemplo, un problema de tráfico de drogas. De Bogotá se habla de la controversia generada por la disyuntiva de mantener la reserva forestal Thomas van de Hammen o promover proyectos inmobiliarios o vías que atraviesen la reserva. También se habla de Sao Paulo y su problema de inequidad. Se habla de Guadalajara, su importancia histórica y el desafió de rescatar las áreas verdes. En Ciudad de México se resalta el sistema de bicicleta pública como uno de los más grandes del mundo y se ve una alternativa al problema de movilidad presente en muchas ciudades latinoamericanas. Finalmente se menciona a Santiago de Chile y La paz. De la primera se menciona los esfuerzos por construir una ciudad y un país libre de femicidios y cuestiones violentas ligadas a la desigualdad e inequidad de género imperantes en esa sociedad. Y de la Paz nuevamente se aborda el problema de movilidad debido a una topografía poco común en esta ciudad.
La Conferencia Hábitat es la conferencia de Desarrollo urbano sostenible de la Organización de las naciones Unidas, Se celebra cada 20 años desde 1976. La Primera se realizó en Vancouver, La segunda en Estambul y la tercera en Quito. Para terminar el texto introductorio Gustavo menciona lo siguiente:
“No puedo evitar pesar que cuando se celebre el Habitat IV, mi sobrina tendrá 28 años y por eso, para finalizar, me permito reflexionar brevemente sobre en qué clase de ciudades quisiera que habite su generación. En primer lugar, esperaría que sean urbes transformadas desde el día de hoy, para que los grupos vulnerables y relegados por los actuales procesos de urbanización se sientan incluidos, seguros, cómodos y empoderados. Que vivamos en ciudades donde, especialmente dentro de la esfera política, no exista marginación alguna y que las leyes, actitudes y prácticas discriminatorias sean cosa del pasado.
En segundo lugar, quisiera que sean ciudades en donde las generaciones actuales y venideras hayamos dejado de lado individualismos y egoísmos para asumir responsabilidades colectivas y construir de esta forma, ciudades cohesionadas, vivas y felices en de fragmentadas por urbanizaciones cerradas y segregadas por espacios privilegiados. Hacia donde queremos llegar con nuestras ciudades, así como las visiones y los sueños que tenemos para ellas, debe comprender un ejercicio infatigable por escucharnos unos a otros, así como por reconocernos y juntarnos en procesos ciudadanos que mejores nuestra manera de relacionarnos.
Para ello será imprescindible preguntarnos constantemente, cómo lo hace el geógrafo y teórico social británico David Harvey ¿Qué tipo de personas queremos ser y que tipo de relaciones sociales buscamos?, y ¿Cómo se está relacionando nuestro estilo de vida urbano con la naturaleza y el sector rural?”
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